Acaricio en tu ausencia las vetas de la madera impregnadas de nuestro placer. La superficie de la mesa es guardiana del goce que presenció y sostuvo, cuando recostada en ella, y tras bendecir tú los alimentos que íbamos a recibir, te brindé las carnes de mi deseo en las que aplacaste tu hambre. Voraces, nos degustamos y devoramos, y consagramos nuestro altar.
Amén.
ResponderEliminar:)
Me recordaste una escena de "El cartero siempre llama dos veces"
ResponderEliminarhttps://www.guiadelocio.com/a-fondo/10-escenas-eroticas-para-subir-la-temperatura-durante-el-confinamiento/la-cocina-en-el-cartero-siempre-llama-dos-veces-1981-de-bob-rafelson
:))
Que belo altar para reluzir o amor dos corpos que ali se entregavam para saciar a fome. Altar puríssimo...
ResponderEliminarBeijos,
El amor es sagrado y merece un altar.
ResponderEliminarUn abrazo
Me ha entrado hambre. ¿que hay para cenar? 😉
ResponderEliminarPD. Juraría que ya había comentado esta entrada... Quizá me lo comí (el comentario, digo)
Besos.
Una comida deliciosa...!!! beso
ResponderEliminarELISA
ResponderEliminarQue maravilla tu decir amiga, ese delicado y sutil romanticismo donde empapas de ternura y cariño tus letras, enamora el alma, es cuál susurro que deja el viento suave en nuestros oídos, cuando la soledad invade todo.
Un placer acompañarte, Elisa, mis retinas marchan cargadas de tu entrega.
Mi cariño para ti, buen finde, cuídate.
LÚCAS
(muerodeamorentuslabios.blogspot.com) .... mi nuevo rinconcito
Te dejo un abrazo grande, Elisa. Espero que estés bien.
ResponderEliminarRegresa a tus publicaciones, escribes hermoso.